UNA EXPERIENCIA PERSONAL…
Mis pequeños dedos, uno a uno y poco a poco, movían hacia adelante todos los «Click» de Famobil, procurando respetar el orden y el espacio que toda cofradía requiere.
-Niñoooo, estoy cansada de decirte que me dejes libre el pasillo y no me haces ni puñetero caso. Te tengo dicho que cualquier día voy a pisar uno de esos muñecos y me voy a dar un batacazo de impresión-. Mi madre no entendía que aquel pasillo era la carrera oficial por donde transitaba mi imaginaria cofradía. Yo me hacía el remolón y continuaba «procesionando».
– Vale, mamá, vale. Ya te los quito dentro de un momentito-. En el salón y de fondo, sonaban en el tocadiscos los acordes de Campanilleros que la banda de Soria 9 entonaba con maestría.
– Además, no quiero que me vuelvas a recortar los trapos de cocina para hacerles las capas a los dichosos muñequitos.
Dándome cierta prisa, iba con mi hermandad camino del salón. Allí estaba la alfombra que, para mí, era el parque y, con la majestuosidad que mi imaginación sostenía, iba pasando tramo a tramo por debajo de las sillas, como si fueran las entradas o salidas del templo que mi mente fraguaba. Sobre el asiento de una de esas sillas una Barbi de rubios cabellos (que le había quitado a mi hermana), entonaba por martinetes una saeta imposible. Al final y como apoteosis: la hermandad por debajo del comedor. Las gruesas patas de la mesa eran los pilares de una inmensa Catedral y, la tapa interior de la misma, un maravilloso conjunto de arcadas arquitectónicas. Mi «salida catedralicia» terminaba por el otro extremo de la mesa con mis rodillas doloridas y con los sones de Amargura, que era el último trac de aquel manido disco de vinilo que, el pobre, chirriaba mas ruidos que compases de Semana Santa.
Sí, ese es el motivo. Esa es la razón por la que hoy sale este recortable de Semana Santa que, espero, sepas montar y disfrutar con el mismo esmero con que yo lo hacía con los «Click» de Playmobil. Es una bonita manera de que vivas la cuaresma de forma creativa y divertida y, también, un pequeño homenaje a esos niños que un día fuimos todos, y que jugando y sin saberlo íbamos asimilando nuestra identidad.
Este recortable, tu primer recortable de Semana Santa, lleva inmerso el olor de mi niñez, el recuerdo de mi madre riñéndome, el despertar de un sentimiento cofrade que aún perdura y, sobre todo, la ilusión con la que yo encaraba aquellos primeros días de Cuaresma. Una emoción que cada primavera se regenera y que comenzarás a vivir gracias a estos nazarenitos de cartón que durante cuarenta días, quién sabe si más, llenarán la repisa de tu dormitorio.
Un último ruego, así como sacar una hermandad a las calles tiene mucha dedicación y paciencia (limpiar la plata, montar los pasos, organizar los tramos de nazarenos, planchar las túnicas, etc…), piensa que la preparación de nuestro recortable cofrade no exige menos, así que te aconsejo que le dediques tiempo y cariño. Poco a poco la cofradía crecerá en tus manos durante esos días de cuaresma.
¡Ah! no se te olvide, dile a papá o a mamá que pongan música de Semana Santa y algo de incienso mientras lo recortáis y cuando juegues con él. Lo pasaréis muy bien y será todo un logro familiar.
¡¡QUE DISFRUTES!!